El amarillo, particularmente la presencia de lazos amarillos, molestan porque son un espejo. Un espejo de la difícil realidad de la situación. Pueden ejercer el poder, pero sin consentimiento de los ciudadanos de Cataluña. Un espejo que les recuerda sus tropelías. Sus excesos. Unos cargos penales que no se sostienen por ningún lado.
El ministro Catalá expresa su molestia con el amarillo
Hoy, el ministro Catalá ha comentado su molestia amarilla. El ministro de justicia. A tenor del carácter de la protesta, tiene sentido que sea el ministro de justicia del gobierno español, el notario mayor del reino, reprobado por cierto, por la cámara baja española y un desastre de ministro (solo hace falta tener constancia del desastroso LexNet que en un país de otros entornos de mayor calidad democrática habría provocado, como poco, su cese como ministro). Creo que tendrán, el ministro, sus compañeros de gobierno, y también los pelotones que se dedican a arrancarlo todo, que aguantar un panorama bien amarillo por un buen tiempo en sus visitas al rincón insatisfecho como lo definía ayer el periódico londinense "The Times" en un más que duro editorial.
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