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lunes, 26 de febrero de 2018

El principio de los enormes costes del Real error del 3-O


El día 3 de octubre, el rey de España decidió liderar el "A por ellos" con un discurso agresivo contra las instituciones catalanas y más de la mitad de la población de Cataluña. El discurso rompió los ya débiles vínculos entre el catalanismo y la Casa Real española y heló las expectativas de sectores que pensaban que el rey podría ejercer un rol de moderador y árbitro en la crisis constitucional española. El rey, en cambio, optó incomprensiblemente por tomar un rol de agresión contra la mayoría social catalana y sus instituciones.

Felipe VI muestra los puños en su discurso contra Catalunya 3-O
El rey de España Felipe VI mostrando una gestualidad tremendamente agresiva en su discurso contra las instituciones catalanas

Una enorme protesta contra el rey de España Felipe VI en Barcelona

Ayer empezó a pagar el error. Algún día tenía que volver a Cataluña y la cena inaugural del Mobile World Congress lo hacía una obligación. Una real mayoría de la sociedad barcelonesa y catalana le dejó bien claro que no lo olvidarán y dejó en evidencia que en Cataluña, el rey de España va desnudo, a pesar de los inútiles esfuerzos de la policía catalana comandada al margen del principio democrático (¡con 4 diputados sobre 135!) y también, de la literalidad del artículo 155 de la Constitución española que permite dar instrucciones a las autoridades catalanas pero no usurpar sus cargos. Como digo, la policía catalana, comandada por un hombre servil al casi siempre ridículo ministro Zoido, intentó alejar tanto la protesta que ni siquiera se oyera en el palau de la música catalana. No lo logró. El ruido de rechazo al rey fue atronador. Encima, salió del palau oyendo valientes consignas republicanas.

Las instituciones también muestran el malestar catalán con el rey

También le dejaron claro que las instituciones catalanas no le van a bailar el agua a partir de ahora las dos principales autoridades catalanas: el presidente del parlamento de Cataluña Roger Torrent y la alcaldesa de Barcelona. No participaron en el trasnochado besamanos. Además, el primero ni siquiera le aplaudió cuando el monarca finalizó su discurso. Un gesto que la siempre lista alcaldesa no tenía preparado e intentó rectificar cuando se dio cuenta de que el presidente de la cámara catalana, había emitido una clara señal para la mayoritariamente republicana sociedad catalana y barcelonesa. Ayer quedó claro ante la élite mundial de la tecnología que los catalanes no quieren rey.

¿Será solo el principio?

Queda por ver si esto es solo el principio de los costes del Real error del 3-O. Y, a juzgar por el enorme convencimiento de gran parte de la sociedad catalana, parece claro que esta es exactamente la situación. Veremos pues si, en el futuro, se reproducen y amplían las protestas.

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